He encontrado a la musa de...
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Pues yo sí que me la apretaba, y bien agusto además. Me gustan las mujeres con las
caderas un poco anchas y los muslos un poco gruesos, para poder agarrarles bien esos
pliegues de carne que se les hacen por los lados de las caderas cuando flexionan las
piernas al abrirlas para que se la metas. Ésta en particular está un poco más grande de
lo normal pero como tendrá veintipocos años todavía tiene las carnes prietas y en su lugar.
Además es bonita de cara, femenina y tiene un pelo rubio precioso, signo de
fertilidad femenina que inconscientemente nos atrae a los hombres. A cuatro patas
probablemente me daría cosa, pero puesta boca arriba creo que no me podría resistir.
Lo que más me gusta con este tipo de tías es follármelas en la posición del misionero.
Primero, porque al ser tan grandes el agujero del coño está un poco más alto que con
las delgaditas a las cuales les queda casi a la altura del colchón y cuando te las follas
parece que estés haciendo flexiones hasta el fondo y acabas con los brazos jodidos.
Éstas, en cambio, puedes follártelas en el misionero en una posición más cómoda, sin
tener que esforzarte mucho, con lo cual el polvo es mucho más placentero ya que
trabajas menos. Por otra parte, con este tipo de tías, cuando me voy a correr, me gusta
cogerlas por las caderas con las dos manos a la vez, metiendo ambos pulgares en esos
pliegues que se les hacen alas tías entre los muslos y el tronco, y usando el resto de
dedos para apretar bien la carne que generosamente sobresale por los laterales de sus
caderas. Esta técnica permite moverla cómodamente y controlar tanto tu movimiento
como el tuyo, antes de y durante la eyaculación, pero al mismo tiempo notas ese tacto
medio blandito/ medio durito de las carnes prietas generosas. Cuando me voy a correr
las cojo asi y con cada chorrazo de lefa que suelto, inevitablemente le doy una embestida
brutal hasta el fondo empujándolas hacia mí con mis manos mientras yo empujo con
mis caderas hacia lo más profundo de su útero para soltar bien el lechazo, repitiendo
la embestida en cada chorrazo que sale de mi polla dentro de su coño. No hay, para mí,
mejor sensación en esta vida que correrse agarrando a una tía de caderas anchas y
muslos gruesos de la forma anteriormente descrita.Sólo de pensarlo ya he montado la tienda de campaña.