Dilema moral ""invent""
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Os voy a contar una historia que no está basada en hechos reales.
Corrían los años 2000 cuando un chaval muy jovial y algo gamberro decidió que era gracioso acercarse al oficinista/botones de un parking, preguntarle si podía aparcar el cortacesped, esperar la respuesta negativa y escapar entre improperios bajo la ávida y escandalosa promesa de no regresar jamás.
Por qué?
Pues porque este chaval era gilipollas.
Afectó a alguien?
Al oficinista y a la mucha gente que había alrededor.
Pasó algo?
No. Quizás debería haber pasado una hostia a tiempo.Llega el año 2020 y el chaval jovial, aka cliente o E.C., se ha reunido con unos amigos para ir a comer a un restaurante, pero cuando llega el pedido hay algo que le sabe mal. Sospecha, pero se lo guarda para sí durante 3 o 4 visitas. A la 5º se da cuenta de que ser atendido el primero es bastante buena suerte y que el gusto de sus raciones diverge demasiado de las mismas de sus amigos, así que decide dar un paseo por el local. Allí nota la presencia de su viejo amigo del parking. Una alarma suena en su cabeza: "TENGO QUE LLEVAR MIS PATATAS A LA FARMACIA QUE LAS MIREN".
Con todo, E.C decide no montar un espectáculo, muy calmadamente regresa a su asiento, coge su comida y anuncia discretamente a sus amigos su intención y motivación para marcharse sin pagar, a la escucha de otro camarero del local. Situación extraña, pero hasta aquí comprensible. Ellos deciden no unirse a la cruzada de E.C, pero igualmente amañan para acompañarlo. Se dirigen a pagar, pero él no espera, avanza hacia la salida por su cuenta.
En ese tiempo perdido, el camarero atento intentó indagar, tras la barra, también discretamente, sobre lo acontecido. En su búsqueda de la verdad inquiere a T.C. T.C no tiene ni puta idea, pero lo compensa con una infancia difícil. T.C está decidido a hacerse ganar heróicamente su mierda de salario y se lanza a la búsqueda de E.C, a quién encuentra solo, desamparado y con una bolsa llena de patatas en la justa frontera exterior del restaurante. Cuatro frases llegan para destapar toda la discreción antes guardada. De repente, todos los comensales están al tanto. Otro par de amenazas y un fracasado intento de huida les deja claro también cómo va a acabar la cosa, pero E.C sigue sin enterarse. Un puñetazo dramático es lo que necesita.
Y así lo recibe, y queda en el suelo, mientras de muy malas maneras se le pide acceso a la cartera. Él agarra la bolsa de patatas como puede, pensando que ese es el objetivo. Momentaneamente lo fue, cuando T.C la se la despoyesó de una patada, pero nada más. En respuesta, se levantó, agarrandose la chaqueta en el proceso, lo que fue tomado por como una invitación para efectuar el cobro, para la frustración de E.C que empezó a llorar ante su indirecta mirada y que siguió llorando durante todo el proceso, hasta que aquel se dió la vuelta. Entonces, sustituyó el llanto por un cuchillo que acabó en el abdomen de T.C.
La fiesta estaba servida, pero sorprendentemente no produjo ninguna escalada. E.C recordó, a aquellos que todavía no acababan de creerselo, sus exigencias: Irse con la bolsa de patatas a analizar y luego "a ver qué pasa". Todos los trabajadores que a estas alturas lo encararon empatizaban más con la causa de los clientes que con la de T.C, y lo dejaron marchar.
Todo acabó pocos metros después con la intervención de la policia. E.C acabó teniendo razón sobre la comida, por mal que pese.
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Ni me lo he leído, he votado lo primero que he visto
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@Xenomorfo dijo en Dilema moral ""invent"":
Ni me lo he leído, he votado lo primero que he visto
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